En el escenario majestuoso de la Ribeira Sacra, Álvaro sufre un accidente que acabará con su vida. Cuando Manuel, su marido, llega a Galicia para reconocer el cadáver, descubre que la investigación sobre el caso se ha cerrado con demasiada rapidez. El rechazo de su poderosa familia política, los Muñiz de Dávila, le impulsa a huir pero le retiene el alegato contra la impunidad que Nogueira, un guardia civil jubilado, esgrime contra la familia de Álvaro, nobles mecidos en sus privilegios, y la sospecha de que ésa no es la primera muerte de su entorno que se ha enmascarado como accidental. Lucas, un sacerdote amigo de la infancia de Álvaro, se une a Manuel y a Nogueira en la reconstrucción de la vida secreta de quien creían conocer bien.
La inesperada amistad de estos tres hombres sin ninguna afinidad aparente ayuda a Manuel a navegar entre el amor por quien fue su marido y el tormento de haber vivido de espaldas a la realidad, blindado tras la quimera de su mundo de escritor. Empezará así la búsqueda de la verdad, en un lugar de fuertes creencias y arraigadas costumbres en el que la lógica nunca termina de atar todos los cabos.
Esta
es la reseña que normalmente puedes leer en cualquier publicación en relación
al argumento de “Todo esto te daré” de Dolores Redondo. Y si no conoces a la
autora, es suficiente para que te resulte atractiva la novela para leerla,
máxime si viene avalada por un Premio Planeta.
El
problema viene cuando ya eres conocedor de la obra anterior de la autora: su
magnífica Trilogía del Baztán. En este caso, si esperas leer algo parecido,
seguro que no te va a gustar. Porque las comparaciones son odiosas, y aunque,
por supuesto, hay puntos en común en su narrativa (para mí, es especialmente
peculiar, la manera en que describe los “olores”, como es el caso del mosto en
la bodega al descargar la uva, o los “sabores”, como el caldo gallego y el
magnífico pan de aquella tierra), en seguida notas que falta algo. Falta esa
fantasía oculta que rodea al Baztán, faltan esos personajes que te atrapan o
ese paisaje angustioso. Por ello, entiendo que a esta novela le perjudica ser
de Dolores Redondo.
Pero
no debemos quedarnos con lo que falta, sino con lo que hay. Estamos ante un
thriller policíaco, una novela de misterio, en la cual, quizás la primera parte
es demasiado lenta, pero que a partir de la mitad te va atrapando, sobre todo
si eres amante del género. Tiene puntos fantásticos, pero son muy sutiles, y
quizás desarrollándose en Galicia, se esperaría que se hubiera centrado en las meigas…, aunque eso hubiera supuesto, a
mi parecer, un encasillamiento de la autora en ese tipo de narración.
Por
ello creo, que hay que asumir su lectura, desvinculándolos de quien la ha
escrito (cosa que por otro lado, a mí también me ha ocurrido con otros autores
como Luz Gabás, María Dueñas, Reyes Calderón o el mismo Maxim Huerta), ya que
cada nuevo libro es una historia diferente con circunstancias distintas para
quien la escribe y para quien la lee.
A
mí me ha parecido una novela no sublime pero si entretenida. Pero que quede
claro que es mi opinión personal, y como dice el refrán “para gustos se hicieron los colores y para olores, las flores”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario